EL EFECTO NOCIVO DE LAS
TAREAS ESCOLARES
Por. León Trahtemberg
¿Para qué sirven las
tareas? Parece una pregunta tonta, pero no deja de ser relevante, especialmente ante la inexistencia de
evidencias científicas contundentes de que realmente sirvan para mejorar el
aprendizaje de los alumnos. Las pocas evidencias positivas que hay siempre
tienen la atingencia “depende del tipo de tareas de las que se trate”. Valen si
son dosificadas, accesibles, cultivadoras de la curiosidad y motivación del
estudiante, de modo similar a la de quien se pasa horas disfrutando de pintar,
tocar un instrumento musical, hacer deportes o manualidades. Agregaría además,
sin notas, usadas como material para iniciar las clases siguientes, permitiendo
que el profesor detecte qué es lo que los alumnos han hecho por su cuenta.
Una de las cartas a los
padres más sensatas que he leído últimamente es la de Lisa Waller, Directora de
la secundaria privada Dalton, en Nueva York, anunciando que se reducirá la
carga de pruebas y tareas para no sobrecargar a los alumnos, y que las pruebas
semestrales serían postergadas dos semanas de modo que los alumnos no tengan
que pasarse las vacaciones estudiando para los exámenes. Además, establecieron un ciclo de rotaciones
de trabajos cada 5 semanas, de modo que se alternen semanas livianas con
semanas más pesadas. (Jenny
Anderson, “At Elite Schools, Easing Up a Bit on Homework” NYT October 23, 2011)
Esta acción se suma a
otras similares en las que colegios que renuevan su pedagogía están bajando la
presión por las tareas, por considerarlas saturantes y desmotivadoras, componentes de “una carrera
hacia ninguna parte”, que lo único que
hacen es privar a los alumnos del necesario tiempo de sueño y del
disfrute de su vida juvenil. Alumnos que estudian más de 3horas por noche
tienen una fuerte probabilidad de
desarrollar conductas y enfermedades asociadas a la privación del sueño,
úlceras, dolores de cabeza y sobre-estresamiento. Por lo demás, existen muy
limitadas evidencias de que dejar más tareas haga que los alumnos se vuelvan
más hábiles.
En suma, los vientos que
soplan son los de la salud y reconocimiento de que no tiene sentido estresar a
los jóvenes con actividades insulsas.
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