martes, 23 de julio de 2013

Jaime Alberto Leal, rector de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia

'Las élites tienen la mejor educación'


En el marco de los 32 años de la UNAD, su rector habla de la evolución de la educación a distancia en el país y de cómo el sistema educativo en general aún tiene mucho que replantear.

La UNAD comenzó como Unisur en 1981. ¿Cómo fue el proceso de transición hacia la universidad a distancia?

“La universidad para el sur de Bogotá” fue un proyecto presentado por Luis Carlos Galán Sarmiento al Senado de la República en el gobierno de Turbay. Luego, con Belisario Betancur, se fusionaron dos propósitos: la formación en educación a distancia y la formación con una estirpe altamente comunitaria, que es lo que define hoy a la UNAD.

¿Cómo ha sido el proceso de evolución de la educación a distancia en el país?

En 1981 no existían las tecnologías de la información, por lo tanto el modelo que teníamos estaba basado en un escenario formulado en los años 80 con un precepto fundamental: el autoaprendizaje.

¿De qué se trata este modelo?

Fomenta el aprendizaje significativo, autónomo y el trabajo colaborativo. La diferencia con el modelo pedagógico presencial es que éste está basado en la enseñanza y es una relación unilateral de conocimiento del profesor al estudiante. Son preceptos totalmente diferentes.
Con la evolución que han tenido las TIC, ¿cómo proyecta la educación del futuro?

El propósito de la educación es uno solo, y en ese sentido, sin importar las plataformas que se implementen, debe coadyuvar a la formación integral, incidiendo en el desarrollo del ser como ciudadano, como ser social y como profesional. Si no existe esto, hay una pseudoeducación, y eso es lo que sucede con muchas instituciones en el país: sólo se dedican a profesionalizar.

Algunos asocian el modelo a distancia con una educación marginal. ¿Ese estigma aún persiste?

Persiste por desconocimiento. Si analizas las mejores universidades del mundo, como Harvard, casi las únicas clases presenciales son para escuchar a alguien que está al otro lado del mundo y a quien se accede por el uso de plataformas tecnológicas.

La UNAD tiene la mayor cobertura en áreas rurales del país. ¿Cómo logran esto conociendo las dificultades de esas zonas?

Hemos establecido una alianza muy fuerte con el Ministerio de las TIC, y gracias a la meta que tiene de llevar conectividad a 750 de los 1.103 municipios del país. Lo han cumplido muy bien. Sin embargo, en esos sectores hemos combinado la educación tradicional a distancia y la educación a distancia virtual.

¿Cómo hacen con esos lugares que de difícil acceso debido al conflicto armado o al mal estado de las vías?

Por ejemplo tenemos estudiantes en Ciudad Perdida, Sierra Nevada de Santa Marta. Los tutores llegan hasta un punto en carro, luego toman mula y llegan a formar a los indígenas, de los cuales varios se han convertido en nuestros tutores.

¿Cómo les va con la deserción?

Ese es un problema que permea todos los ámbitos académicos en Colombia. Las cifras nos muestran que 47 de cada 100 bachilleres ingresan, y la verdad es que de esos sólo entran 25 a la educación superior y 22 ingresan al Sena, y las tasas de deserción de esa institución son casi del 80% en cada corte. En nuestro caso, las cifras son superiores al 40%.

¿Cuántos egresados tienen?

Casi 60.000 durante estos 32 años. Tenemos un muy buen posicionamiento en las tendencias de todas las universidades, gracias a que llegamos a muchas áreas del país a las que muchas instituciones no acceden.

¿El sistema educativo en Colombia sí ha avanzado?

En Colombia no podemos negar que la mejor educación sigue siendo para las élites y al pueblo se le da cualquier cosa. Basta ir a un colegio de Córdoba, Sucre: niños que tienen que caminar tres horas para llegara sus escuelas y ni siquiera acceden a una educación digna. Es un sistema inequitativo, por eso, la educación no está bien.

¿Qué opina del proyecto que presentará la Mesa Amplia Nacional Estudiantil para reformar la Ley 30?


En Colombia nadie ha hecho preguntas fundamentales, ni estas mesas ni el Gobierno. La pregunta es: ¿qué sociedad quiere ser Colombia en los próximos 50 años? ¿Cómo dejar de ser una sociedad inequitativa y excluyente? No lo hemos hecho, y mientras eso no se reponda estaremos retozando en leyes que serán un reparchamiento de la Ley 30, que además se formuló para otra época.

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