EDUCACIÓN EN LAS NUBES
La banda ancha podría ser un
camino muy eficiente para la capacitación de nuestros maestros
La semana pasada la
Universidad San Ignacio de Loyola y el Círculo de Montevideo realizaron una
reunión en Lima que tuvo como tema de discusión la educación.
Muchas fueron las ideas
estimulantes que se plantearon en el foro: por ejemplo, que la educación
secundaria sea diseñada, para los casos en que una educación superior no es aún
una posibilidad real, como una preparación para el empleo y el emprendimiento.
O que la educación dual (en donde los alumnos son capacitados también por
empresas) sea abordada como algo sistemático en las políticas de los gobiernos.
Entre estas ideas, sin embargo,
quisiéramos profundizar una en la que Carlos Slim, el empresario mexicano, puso
el énfasis: el rol que Internet debería tener en la educación, particularmente
en países como el nuestro. Mientras que es muy difícil –dijo el empresario–
triplicar el número de campus universitarios y escuelas, por medio de Internet
se puede brindar educación y capacitación de manera gratuita.
Con esto, Slim está
apuntando a una veta rica. Sobre todo, habida cuenta de que no se trata solo de
una cuestión de eficiencia numérica: en la nube es hoy posible encontrar las
mejores –y las más amenas– clases del mundo en todas las materias. Y eso, para
hablar solo de las que están ahí disponibles gratuitamente. Es decir, no de las
clases que un Estado podría contratar de manera ad hoc.
Ahora bien, el camino que
señala Slim podría servir también para la capacitación de los propios maestros,
que es hoy por hoy el talón de Aquiles de varios de los sistemas educativos
públicos de América Latina, incluyendo, ciertamente, al nuestro. A través de
Internet podrían llegar a capacitarse todos nuestros profesores a la vez, sin
necesidad de moverse de los lugares en los que están destacados, y de manera
continua.
Desde el punto de vista del
Ministerio de Educación no es mucho lo que habría que hacer para lograr esto.
Casi bastaría con que cuelgue en su web cursos de capacitación a distancia para
los maestros similares a los que ya han desarrollado y colgado en sus portales
educativos varios países. Al fin y al cabo, la tecnología de los cursos a
distancia es conocida en el Perú y tanto las universidades como varias escuelas
privadas poseen amplia experiencia en ellos. Por otro lado, no se requiere de
mucho personal para administrar un sistema así. De hecho, el control es
automático: la plataforma con los datos de base de cada participante identifica
quién ingresó a buscar el material y quién no, y la verificación del nivel de
aprendizaje se da a través de las evaluaciones implícitas en los cursos.
Ciertamente, pocos
instrumentos podrían potencializar mejor la carrera pública magisterial. Un
sistema de capacitación poderoso y accesible para todos es el mejor complemento
para los procesos de evaluación constante que esta carrera –con razón– plantea.
Por otra parte, el
ministerio ya tiene –si bien aún nada desarrollada– una página web
(perueduca.pe), donde la idea, al menos según lo anunciado, es también ofrecer
cursos virtuales para los maestros.
Las potencialidades, en fin,
son enormes y constituyen un motivo más para que sean escandalosas las
inverosímiles sobrerregulaciones con las que a la fecha el Estado impide que la
inversión privada lleve la banda ancha a todo el país. Hay que abrir esos diques
legales, pues, no solo porque la fuerza –la banda ancha– a la que están
aguantando ayudaría enormemente a que el crecimiento retome las energías que
viene perdiendo, sino también porque podría hacer mucho por nuestra educación
pública y, por lo tanto, por la justicia.
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